Malas posturas de trabajo, posible fatiga por agentes físicos, ambiente húmedo, caluroso o frio, ruidos molestos, vibraciones excesivas, iluminación, ventilación deficiente, etc.

1. Posturas forzadas o mantenidas

Se producen cuando el trabajador permanece mucho tiempo de pie o sentado, o adopta posiciones incómodas como flexiones o torsiones del cuerpo. Estas posturas generan sobrecarga muscular y aumentan el riesgo de lesiones osteomusculares.

2. Movimientos repetitivos

Consisten en la ejecución continua de la misma acción (como teclear, ensamblar o coser), lo que provoca desgaste en tendones y articulaciones, pudiendo ocasionar tendinitis o síndrome del túnel carpiano.

3. Manipulación manual de cargas

Hace referencia al levantamiento, traslado o empuje de objetos pesados sin técnicas adecuadas. Esto incrementa la probabilidad de lesiones lumbares, hernias y fatiga muscular.

4. Diseño inadecuado del puesto de trabajo

Se da cuando el mobiliario, herramientas o condiciones del espacio no se ajustan a las necesidades del trabajador (sillas sin soporte, mesas mal niveladas, mala iluminación). Esto obliga a adoptar posturas dañinas y genera incomodidad laboral.

5. Uso inadecuado de herramientas y equipos

Ocurre cuando las herramientas requieren esfuerzo excesivo, producen vibraciones o no están adaptadas al trabajador. También incluye el mal posicionamiento de equipos como pantallas de computadora. Esto deriva en fatiga y lesiones musculares.

6. Factores organizacionales

Relacionados con la forma en que se organiza el trabajo: exceso de ritmo, jornadas largas sin descansos o falta de rotación de tareas. Estos factores elevan el estrés físico y mental, reducen la productividad y favorecen trastornos ergonómicos.

Pausas Activas

Las pausas activas son una estrategia crucial para mejorar el bienestar y la productividad en el entorno laboral. Consisten en breves períodos de tiempo dedicados a realizar actividades físicas suaves y específicas durante la jornada de trabajo.